Categoría: ski

  • Primer día de esquí cancelado por alto viento.

    Después de vestirnos, recoger todo el material y subir a la estación para comprobar que está cerrado, pasamos el día en el hotel. Mis esquís están llorando por ser estrenados pero parece que tendrán que esperar.

    Bajamos al pueblo a comer hamburguesas (un poco hecha de más la mía). Cantidad de perros felices sueltos por aquí, todos así grandes de pelo largo, echo de menos a Dräko. Luego tarde de siesteo un poco, una partida de billar, y quedarnos fritos para ser despertados para las hot tubs más ardientes de Chile.

    La situación es de risa.

    En bañador a la intemperie, rodeado de nieve, lloviendo y con un viento que pela, helado de frío queriendo meterme en la tina caliente, pero sin poder meterme de lo que quemaba aquello. Me da un ataque de risa de verme allí atrapado entre las dos cosas, que se acaba contagiando al del hotel y a Pat.

    Acabo claudicando.

    Pat se mete como un campeón y aguanta ahí 40 minutos. Yo aprovecho la sala de yoga para bailar como hacía mucho tiempo no podía. Buen espacio (12×10 metros) con mal suelo (hormigón, picado en algunos sitios).

    La cena rica aunque el postre es tarta de limón con merengue que en realidad es azúcar disfrazada de tarta. La acabo dejando.

    Mañana en teoría dan mucha nieve y ya sin viento, o tanto viento al menos.

    ¿Será la primera vez que puedo esquiar polvo recién caído?

    Chan Chan, cliffhanger!


  • El vuelo es una lata de sardinas, que cosa más incómoda.

    No volaba larga distancia desde antes de la pandemia y parece que he perdido la costumbre. Aquello me parece demasiado lleno de humanidad por todos lados. También es verdad que voy sentado en la última fila, delante del baño para más inri, y es una procesión continua de gente con vejigas repletas en todo momento.

    Acabo consiguiendo dormir algo a ratos y me veo la última de Kung fu Panda. También, al pasarle la basura a la azafata, le echo sin querer una gota de zumo de piña a la de al lado, que es un poco estirada, y se rebota mucho.

    Llego reventado y con el estómago mal. Conozco a Lee y a Patrick (Pat), que son los otros dos integrantes del grupo, y también a nuestro guía de montaña Gabriel (Gabro). Luego salimos de Santiago de Chile y ya es todo el día de viaje hasta el sur con hambre y estómago mal con episodio de SIBO.

    Voy en el camino charlando con Gabro y conociendo al grupo. Lee es un personaje, Pat tiene una cool vibe. El primero está recién despedido y se está dedicando un año entero a esquiar. Viene de Nueva Zelanda. El segundo después de esto se va a hacer 15 días de ceremonias de Ayahuasca en mitad del Amazonas en Perú.

    Aguanto el jet lag todo el día like a champ. Llueve a cántaros la mitad de la noche y la otra mitad un viento que te vuelas.


  • Vuelo a las 12 de la noche de Madrid. Me dejo el día para prepararlo todo y al final estoy literalmente todo el día pringado preparándolo todo, incluido subir hasta Pradollano a por la bolsa de esquí que me presta Antonio Manuel, porque la que yo había encargado finalmente no llega (¡ni llegaría nunca!).

    Llego al aeropuerto de Madrid creyendo que voy bien de tiempo, pero resulta que el del parking que me tiene que recoger la furgoneta llega con media hora de retraso (!!!), y sino llega a ser porque el vuelo también se había retrasado probablemente no hubiera llegado a tiempo a la puerta de embarque.

    Que te regañe la del mostrador de Iberia a gritos es una experiencia interesante.

    Para futuras referencias, se necesita más de una hora desde que facturas hasta llegar a la T4S en Barajas.