• • Kms esquiados: km
    • Desnivel: m
    • Kms abiertos: km
    • Mejor Ski:IQ del día:
    • Equipo:


  • • Kms esquiados: km
    • Desnivel: m
    • Kms abiertos: km
    • Mejor Ski:IQ del día:
    • Equipo:


  • • Kms esquiados: km
    • Desnivel: m
    • Kms abiertos: km
    • Mejor Ski:IQ del día:
    • Equipo:


  • • Kms esquiados: km
    • Desnivel: m
    • Kms abiertos: km
    • Mejor Ski:IQ del día:
    • Equipo:

    Duermo malamente y con la barriga suelta. Hoy es el último día en Nevados y 4 horas de viaje a Corralco. Se supone que hoy abren más remontes porque la noche ha estado despejada. También se espera que la nieve esté más seca (más ligera) y algo más compacta. Me planteo si descansar hoy, por mala noche, cuerpo dolorido de la hostia de ayer, etc. Para el lunes dan tormenta y nieve otra vez.


  • • Kms esquiados: km
    • Desnivel: m
    • Kms abiertos: km
    • Mejor Ski:IQ del día:
    • Equipo:

    Nos levantamos antes para salir a las 08:30 y no pillar atascos. Llegamos y está solo abierto lo mismo que el día anterior, el remonte del bosque. Hacemos algunas bajadas, algo de bosque pero bien, no me manejo mal. Después probamos un trozo fuera pista de debajo del Wenche, bastante inclinada pero no lo veo inaccesible. Me caigo al poco de empezar por mucha nieve polvo y yo querer gira sin llevar velocidad, me salta un esqui (había aflojado la dureza de las fijaciones a 5/6) y me hundo hasta la cadera. Intento salir y más me hundo. Cualquier cosa te hunde más, apoyar bastones, etc. Demasiado polvo! Consigo medio maniobrar dando un volteo encima de mi mismo y recolocar el esqui que aún tengo. Ni rastro del otro esqui, solo se ve blanco. Los otros están ya todos abajo esperando. Empiezo a intentar subir a donde se me ha saltado para buscarlo. Infierno blanco moverse ahí. Se me ocurre palpar con el bastón. Bingo, toco el esquí. Consigo arrastrarlo hacia mi. Ufff. Podía haberse perdido hasta el verano. Ahora a ponérselo, otra odisea. Compacto la nieve como puedo para apoyarlo, consigo ponerme encima pero no es lo suficientemente duro para que entre la fijación. Finalmente lo consigo y ya no se ni como consigo llegar abajo adonde me están esperando, medio derrapando y algún giro feo que consigo dar. Psicológicamente es complicado, cuando me veo las piernas enterradas de nieve hasta las rodillas, mi cabeza no ve cómo una opción que pueda girar los esquís ahí. Ya solo me falta sortear el metro y pico de desnivel que hay para volver a la pista. Medio deslizó y acabó cayendo de nuevo pero ya en pista. Viva el polvo.

    El resto del día es una mezcla entre pistas e ir haciendo algún fuera pista que voy viendo asequible. Acaban abriendo dos remontes más, y se despeja el día, lo cual motiva porque se ve lo increíblemente guapo que es esto, con los volcanes y todo cargado de nieve a reventar. Pero cada vez que me meto fuera pista me cuesta la vida, es básicamente sufrirlo hasta conseguir volver a zona pisada. Solo tengo dos breves momentos de atisbar lo que es disfrutar del polvo, en dos zonas que no había tanta profundidad, con inclinación media, y puedo sentir como los esquís van dentro del polvo pero responden y puedo ir como si fuera flotando. La velocidad es clave también, sin velocidad no haces nada, pero cuando estás en más inclinación no me siento seguro de coger velocidad y es la pescadilla que se muerde la cola. La frase “Manolete, Manolete, si no sabes torear…” acude en repetidos momentos. Me animo mucho a mi mismo porque, aunque sufriendo mil, estoy aquí resolviendo cómo un campeón. Lo único es que mi capacidad de sufrir tiene sus limites claro. Aguantamos de esqui hasta las 17, con una parada para secarnos un poco. De equipamiento voy bien, pero los guantes se me ponen chorreando y los pantalones no me aguantan tanta nieve y acabo mojado por dentro también. Ponerse toda la indumentaria después del break para comer es como ponerse un traje de neopreno mojado. A la vuelta vamos al pueblo a por bollos de Nutella, tenemos las tinas calientes, que esta vez consigo meterme (le han ajustado la temperatura) y es la gloria. Se ve la vía láctea perfecta. Veo dos estrella fugaces y ahora mismo estoy cayendo en que no pido deseo, que en cualquier caso sería que los dioses me den superpoderes de polvo. Hablo por la noche con Nando, que me ayuda a poner las cosas en perspectiva. Me dice que a él le llevo dos temporadas cogerle el rollo al polvo en Baqueira y que volvía llorando a su casa. Lo entiendo profundamente. Tengo que buscar zonas con menos polvo e ir más poco a poco, a mi ritmo.


  • • Kms esquiados: km
    • Desnivel: m
    • Kms abiertos: km
    • Mejor Ski:IQ del día:
    • Equipo:

    (Esto lo escribo en Diciembre en el patio de la casa porque se ve que no lo escribí en su día). Está todo nevadisimo y de tanta nieve que ha caído, está todo cerrado y nos toca esperar en el parking a ver qué abren. Finalmente abren el remonte del bosque. Es un carril que pasa por el bosque y luego carriles hechos entre el bosque por zonas donde te puedes medio meter fuera pista. Esos caminos por el bosque son estrechitos y de giros apretados y yo todavía no estoy hecho a las dimensiones de los nuevos esquís y me cuesta moverme por ahí, pero va saliendo. Lamentablemente no me acuerdo de mucho más de este día, solo que creo que no hicimos mucho de esquí porque había muy poco disponible.


  • Primer día de esquí cancelado por alto viento.

    Después de vestirnos, recoger todo el material y subir a la estación para comprobar que está cerrado, pasamos el día en el hotel. Mis esquís están llorando por ser estrenados pero parece que tendrán que esperar.

    Bajamos al pueblo a comer hamburguesas (un poco hecha de más la mía). Cantidad de perros felices sueltos por aquí, todos así grandes de pelo largo, echo de menos a Dräko. Luego tarde de siesteo un poco, una partida de billar, y quedarnos fritos para ser despertados para las hot tubs más ardientes de Chile.

    La situación es de risa.

    En bañador a la intemperie, rodeado de nieve, lloviendo y con un viento que pela, helado de frío queriendo meterme en la tina caliente, pero sin poder meterme de lo que quemaba aquello. Me da un ataque de risa de verme allí atrapado entre las dos cosas, que se acaba contagiando al del hotel y a Pat.

    Acabo claudicando.

    Pat se mete como un campeón y aguanta ahí 40 minutos. Yo aprovecho la sala de yoga para bailar como hacía mucho tiempo no podía. Buen espacio (12×10 metros) con mal suelo (hormigón, picado en algunos sitios).

    La cena rica aunque el postre es tarta de limón con merengue que en realidad es azúcar disfrazada de tarta. La acabo dejando.

    Mañana en teoría dan mucha nieve y ya sin viento, o tanto viento al menos.

    ¿Será la primera vez que puedo esquiar polvo recién caído?

    Chan Chan, cliffhanger!


  • El vuelo es una lata de sardinas, que cosa más incómoda.

    No volaba larga distancia desde antes de la pandemia y parece que he perdido la costumbre. Aquello me parece demasiado lleno de humanidad por todos lados. También es verdad que voy sentado en la última fila, delante del baño para más inri, y es una procesión continua de gente con vejigas repletas en todo momento.

    Acabo consiguiendo dormir algo a ratos y me veo la última de Kung fu Panda. También, al pasarle la basura a la azafata, le echo sin querer una gota de zumo de piña a la de al lado, que es un poco estirada, y se rebota mucho.

    Llego reventado y con el estómago mal. Conozco a Lee y a Patrick (Pat), que son los otros dos integrantes del grupo, y también a nuestro guía de montaña Gabriel (Gabro). Luego salimos de Santiago de Chile y ya es todo el día de viaje hasta el sur con hambre y estómago mal con episodio de SIBO.

    Voy en el camino charlando con Gabro y conociendo al grupo. Lee es un personaje, Pat tiene una cool vibe. El primero está recién despedido y se está dedicando un año entero a esquiar. Viene de Nueva Zelanda. El segundo después de esto se va a hacer 15 días de ceremonias de Ayahuasca en mitad del Amazonas en Perú.

    Aguanto el jet lag todo el día like a champ. Llueve a cántaros la mitad de la noche y la otra mitad un viento que te vuelas.


  • Vuelo a las 12 de la noche de Madrid. Me dejo el día para prepararlo todo y al final estoy literalmente todo el día pringado preparándolo todo, incluido subir hasta Pradollano a por la bolsa de esquí que me presta Antonio Manuel, porque la que yo había encargado finalmente no llega (¡ni llegaría nunca!).

    Llego al aeropuerto de Madrid creyendo que voy bien de tiempo, pero resulta que el del parking que me tiene que recoger la furgoneta llega con media hora de retraso (!!!), y sino llega a ser porque el vuelo también se había retrasado probablemente no hubiera llegado a tiempo a la puerta de embarque.

    Que te regañe la del mostrador de Iberia a gritos es una experiencia interesante.

    Para futuras referencias, se necesita más de una hora desde que facturas hasta llegar a la T4S en Barajas.